Durante años, viví inmersa en el ritmo vertiginoso del mundo corporativo. Trabajaba en grandes empresas, liderando equipos y gestionando cuentas clave. Profesionalmente, estaba en mi mejor momento. Había logrado muchas de las metas que me había propuesto desde que estudié Administración y más tarde cursé un MBA. Pero cuando me convertí en mamá, todo cambió.
Recuerdo perfectamente esas mañanas aceleradas en la Ciudad de México, saliendo corriendo al trabajo mientras mi bebé aún dormía. Llegaba a casa tarde, cansada, y muchas veces lo encontraba ya acostado. La culpa se volvió una constante silenciosa. Me preguntaba: ¿Esto es el éxito? Profesionalmente me sentía plena, pero como mamá, sentía que me lo estaba perdiendo todo.
Fue entonces cuando tomé una decisión difícil pero liberadora: empezar de cero.
Decidí cambiar de país, dejar atrás una carrera establecida, y apostar por un proyecto donde pudiera poner al centro a lo más importante: mi hijo. No fue sencillo. Emprender en un nuevo país, lejos de la familia y del respaldo de una gran empresa, implicó esfuerzo, aprendizajes y una buena dosis de valentía. Pero también fue el comienzo de una nueva etapa en la que descubrí que no tenía que elegir entre ser mamá y ser profesional.
Así nació Libélula Marketing Digital, mi primer emprendimiento como autónoma, donde comencé a ofrecer servicios de estrategia de marketing, manejo de redes sociales y desarrollo web a pequeñas y medianas empresas. Lo hice desde casa, a veces con mi hijo en brazos, otras durante sus siestas, muchas noches largas… pero siempre con la satisfacción de estar presente.
Con el tiempo, y gracias al compromiso y a los resultados, pude crecer, sumar proyectos, y dar un paso más como socia fundadora de Nómadas Publicidad. Hoy lidero mi propia agencia, gestiono clientes, imparto formaciones y desarrollo estrategias para marcas que quieren conectar de forma auténtica. Pero lo más importante: lo hago sin perderme los momentos esenciales de la infancia de mi hijo.
Ser mamá me dio un nuevo propósito, y el marketing sigue siendo mi pasión. El emprendimiento me regaló lo mejor de ambos mundos: tiempo de calidad con mi familia y la posibilidad de seguir creciendo como profesional, bajo mis propios términos.
No ha sido fácil, pero sí ha valido cada paso. Porque cuando lideras desde el amor y la convicción, tu proyecto también crece con sentido. Hoy puedo decir con orgullo que no tuve que elegir: soy mamá a tiempo completo y también una estratega digital comprometida, guiando marcas que, como la mía, quieren brillar desde su esencia.